Me había propuesto no ocuparme más en este espacio de los exabruptos de la primera dama. Estos suelen ser intrascendentes, no se condicen con lo que ella hace en la práctica, y provienen de una persona exaltada que hace mucho tiempo dejó de tener los pies en la tierra.
Pero sus declaraciones del viernes por la noche merecen una excepción ante el riesgo de que algún despistado las pueda aceptar como verdaderas.
Por un lado, estas tuvieron la evidente intención de resolver sus problemas personales como los vinculados con los procesos judiciales que enfrenta. A ello apunta cuando dice que "todos tenemos juicios por atrevernos a levantar la voz contra la mafia", cuando, en realidad, su problema son las irregularidades en la Conapa, y ante lo cual ha optado por desairar a la justicia.
O, también, cuando carga las baterías contra la convocatoria anticorrupción de monseñor Luis Bambarén. "No se olviden nunca los que se pintan las manos de blanco que fuimos nosotros
los que acabamos con la dictadura". Con ello, Eliane Karp busca desacreditar la iniciativa de alguien a quien tiene en la mira desde que intervino para darle una solución al caso Zaraí con la que ella discrepaba.
Además, olvida que cuando las protestas contra el régimen de Alberto Fujimori ya estaban en marcha, su marido todavía aparecía en spots publicitarios en los que ofrecía construir el 'segundo piso' del gobierno de Alberto Fujimori.
Por otro lado, Karp pretendió mostrar un aparente disgusto con el estado comatoso del proceso anticorrupción ("si los corruptos y los mafiosos siguen saliendo en libertad, volveremos a hacer una marcha de los cuatro suyos"), cuando su malestar debería planteárselo al propio presidente por su activa colaboración en dicho resultado.
Finalmente, su alusión a que "desde el primer día de nuestro mandato no nos han soltado el trasero", simplemente refleja su desagrado por el seguimiento que justificadamente ha realizado la prensa de las irregularidades del gobierno, y constituye una expresión del final tragicómico de un régimen desconectado de la realidad.
Pero sus declaraciones del viernes por la noche merecen una excepción ante el riesgo de que algún despistado las pueda aceptar como verdaderas.
Por un lado, estas tuvieron la evidente intención de resolver sus problemas personales como los vinculados con los procesos judiciales que enfrenta. A ello apunta cuando dice que "todos tenemos juicios por atrevernos a levantar la voz contra la mafia", cuando, en realidad, su problema son las irregularidades en la Conapa, y ante lo cual ha optado por desairar a la justicia.
O, también, cuando carga las baterías contra la convocatoria anticorrupción de monseñor Luis Bambarén. "No se olviden nunca los que se pintan las manos de blanco que fuimos nosotros
los que acabamos con la dictadura". Con ello, Eliane Karp busca desacreditar la iniciativa de alguien a quien tiene en la mira desde que intervino para darle una solución al caso Zaraí con la que ella discrepaba.
Además, olvida que cuando las protestas contra el régimen de Alberto Fujimori ya estaban en marcha, su marido todavía aparecía en spots publicitarios en los que ofrecía construir el 'segundo piso' del gobierno de Alberto Fujimori.
Por otro lado, Karp pretendió mostrar un aparente disgusto con el estado comatoso del proceso anticorrupción ("si los corruptos y los mafiosos siguen saliendo en libertad, volveremos a hacer una marcha de los cuatro suyos"), cuando su malestar debería planteárselo al propio presidente por su activa colaboración en dicho resultado.
Finalmente, su alusión a que "desde el primer día de nuestro mandato no nos han soltado el trasero", simplemente refleja su desagrado por el seguimiento que justificadamente ha realizado la prensa de las irregularidades del gobierno, y constituye una expresión del final tragicómico de un régimen desconectado de la realidad.
Augusto Alvarez Rodrich
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