Todavía en pañales._
Una semana después de revelado el plan para lanzar Pro Perú como un sistema que pretende paliar los efectos de la pobreza extrema mediante la entrega mensual de US$30, es mucho el ruido producido pero pocas las precisiones gubernamentales que se han dado.
Lo único que se conoce hasta ahora con certeza es la confirmación del Gobierno de que habrá un programa de este tipo y de que su nombre será Pro Perú. Más allá de eso, todo sigue siendo una nebulosa.
Las respuestas del régimen han sido de dos tipos. Por un lado, las que han planteado, con sinceridad, que Pro Perú aún está siendo evaluado y que todavía falta concretar sus elementos centrales.
Aún no se conoce el monto específico que se asignará a este proyecto, el origen de su financiamiento, la fecha del lanzamiento -aunque el presidente pretende que sea en el día de la madre-, la dimensión del plan piloto, la entidad gubernamental que se encargará de ejecutarlo, los otros programas de ayuda social que irán siendo reemplazados por Pro Perú, la confección del padrón de beneficiarios y la calidad de la focalización, las condiciones específicas que se pondrán para la entrega del subsidio, o los mecanismos de control para asegurar que no se politice.
Como se ve, Pro Perú todavía está en pañales y, además, cada declaración pública que realiza algún ministro contradice lo afirmado por otro colega suyo del gabinete.
De otro lado, está la mal enfocada defensa política que el Gobierno está haciendo de Pro Perú. En lugar de sustentar la validez y conveniencia de un programa de esta naturaleza y de ofrecer garantías de que no se convertirá en un instrumento proselitista, se está recurriendo a argumentos que simplemente confirman este riesgo. Por ejemplo, acusando de 'mezquindad' y 'nostalgia por la dictadura' a quienes advierten de los riesgos de Pro Perú, tal como lo hizo ayer El Peruano.
Precisiones con urgencia y no ataques arteros que buscan desviar la atención son lo que el Gobierno necesita para que Pro Perú salga adelante y no se convierta en otro factor que melle su escasa credibilidad.
Lo único que se conoce hasta ahora con certeza es la confirmación del Gobierno de que habrá un programa de este tipo y de que su nombre será Pro Perú. Más allá de eso, todo sigue siendo una nebulosa.
Las respuestas del régimen han sido de dos tipos. Por un lado, las que han planteado, con sinceridad, que Pro Perú aún está siendo evaluado y que todavía falta concretar sus elementos centrales.
Aún no se conoce el monto específico que se asignará a este proyecto, el origen de su financiamiento, la fecha del lanzamiento -aunque el presidente pretende que sea en el día de la madre-, la dimensión del plan piloto, la entidad gubernamental que se encargará de ejecutarlo, los otros programas de ayuda social que irán siendo reemplazados por Pro Perú, la confección del padrón de beneficiarios y la calidad de la focalización, las condiciones específicas que se pondrán para la entrega del subsidio, o los mecanismos de control para asegurar que no se politice.
Como se ve, Pro Perú todavía está en pañales y, además, cada declaración pública que realiza algún ministro contradice lo afirmado por otro colega suyo del gabinete.
De otro lado, está la mal enfocada defensa política que el Gobierno está haciendo de Pro Perú. En lugar de sustentar la validez y conveniencia de un programa de esta naturaleza y de ofrecer garantías de que no se convertirá en un instrumento proselitista, se está recurriendo a argumentos que simplemente confirman este riesgo. Por ejemplo, acusando de 'mezquindad' y 'nostalgia por la dictadura' a quienes advierten de los riesgos de Pro Perú, tal como lo hizo ayer El Peruano.
Precisiones con urgencia y no ataques arteros que buscan desviar la atención son lo que el Gobierno necesita para que Pro Perú salga adelante y no se convierta en otro factor que melle su escasa credibilidad.
Augusto Alvarez Rodrich
Tomado de Peru21.com
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