Roly Dávila es un fundador de PP que en los últimos días irrumpió en los medios con la intención de desbaratar el testimonio de William Menacho -otro integrante del entorno de la 'chakana'- sobre la salida del país de la testigo Carmen Burga.
Dávila lo consiguió parcialmente, pero al costo de proyectar una imagen personal lamentable, la de alguien capaz de hacer cualquier cosa por conseguir su objetivo y sin el menor empacho de reconocerlo.
Guido Lombardi apuntó en su última columna en este diario que Dávila "calza bien en el perfil de muchos militantes del partido de Gobierno". Lamentablemente, se puede agregar que el estilo de este Roly se parece al de muchos miembros de PP que sí alcanzaron un puesto público, incluyendo, ciertamente, a más de un congresista.
Al presidente Alejandro Toledo se le reconoció desde el inicio de su Gobierno la capacidad de conformar, en general, buenos gabinetes ministeriales. El actual -más allá de algunos altibajos y del enorme desgaste sufrido durante el último año- también lo es.
El problema del Gobierno, por tanto, no está en ese nivel. Sí lo está, en cambio, en varias posiciones intermedias de la administración pública que han sido bochornosamente saturadas por una serie de impresentables, que ingresó gracias a los 'buenos oficios' de militantes de 'alto nivel' como Margarita Toledo. Algunos recomendados llegaron incluso hasta el Consejo de Ministros.
La hermana del Presidente se dedicó, desde el inicio del Gobierno, a ofrecer a diestra y siniestra puestos públicos y a concretar sus promesas mediante la presión a muchos funcionarios. Margarita, sin embargo, no fue la única 'head hunter' del voraz apetito burocrático de la 'chakana'. Fue con este tipo de personas con las que Toledo conformó su 'kitchen cabinet', donde se toman las principales decisiones políticas.
Esta combinación de gabinetes ministeriales razonablemente buenos con un equipo político deplorable explica un Gobierno que puede exhibir algunos logros sectoriales, pero que, al mismo tiempo, destila una putrefacción inaceptable.
Dávila lo consiguió parcialmente, pero al costo de proyectar una imagen personal lamentable, la de alguien capaz de hacer cualquier cosa por conseguir su objetivo y sin el menor empacho de reconocerlo.
Guido Lombardi apuntó en su última columna en este diario que Dávila "calza bien en el perfil de muchos militantes del partido de Gobierno". Lamentablemente, se puede agregar que el estilo de este Roly se parece al de muchos miembros de PP que sí alcanzaron un puesto público, incluyendo, ciertamente, a más de un congresista.
Al presidente Alejandro Toledo se le reconoció desde el inicio de su Gobierno la capacidad de conformar, en general, buenos gabinetes ministeriales. El actual -más allá de algunos altibajos y del enorme desgaste sufrido durante el último año- también lo es.
El problema del Gobierno, por tanto, no está en ese nivel. Sí lo está, en cambio, en varias posiciones intermedias de la administración pública que han sido bochornosamente saturadas por una serie de impresentables, que ingresó gracias a los 'buenos oficios' de militantes de 'alto nivel' como Margarita Toledo. Algunos recomendados llegaron incluso hasta el Consejo de Ministros.
La hermana del Presidente se dedicó, desde el inicio del Gobierno, a ofrecer a diestra y siniestra puestos públicos y a concretar sus promesas mediante la presión a muchos funcionarios. Margarita, sin embargo, no fue la única 'head hunter' del voraz apetito burocrático de la 'chakana'. Fue con este tipo de personas con las que Toledo conformó su 'kitchen cabinet', donde se toman las principales decisiones políticas.
Esta combinación de gabinetes ministeriales razonablemente buenos con un equipo político deplorable explica un Gobierno que puede exhibir algunos logros sectoriales, pero que, al mismo tiempo, destila una putrefacción inaceptable.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario