La reconocida torpeza de la congresista Doris Sánchez la hizo desnudar, ayer en RPP, la real intención que tiene el Gobierno con la investigación de la prensa que promueve en el Parlamento.
Como ya se ha señalado en este diario desde hace varios días, lo que pretende la alianza Perú Posible-FIM con dicha comisión es, bajo el pretexto de un complot contra 'la democracia', sobre el cual todavía no ha aportado alguna prueba razonablemente sólida, armar una cortina de humo que le permita conseguir dos objetivos.
Por un lado, desviar la atención sobre las acusaciones contra el Gobierno y, por el otro, jaquear a la prensa -a la cual considera la causa de sus males- para amedrentarla y, de ese modo, mellar su capacidad de denuncia e investigación.
Sin la 'habilidad' de los verdaderos cerebros de esta arremetida gubernamental -Fernando Olivera, Alejandro Toledo y Carlos Ferrero-, Sánchez lanzó lo que en la práctica constituye una amenaza para los medios de comunicación que no se allanen a hacer un periodismo 'oficialista', cuyo objetivo básicamente sea destacar los logros del Gobierno y contrarrestar las denuncias que este recibe.
Si de expertos en complots se trata, el FIM ha dejado indicios bastante transparentes sobre su vasta experiencia en estas maniobras. Por ejemplo, sus planes de demolición de más de un presidente del Consejo de Ministros de este Gobierno, siendo el caso más evidente el de Beatriz Merino.
Aunque la lamentable intervención de Sánchez ha tratado de ser desmentida por varios integrantes de Perú Posible y del FIM, lo evidente es que en esos predios políticos hay sangre en el ojo. Ahí prima la sensación de fracaso que, sin duda, perjudica notoriamente su futuro político. Por ello, están buscando justificar su compleja situación actual mediante la creación de excusas que no estén en la esfera de su responsabilidad sino en complots organizados por terceros.
En este sentido, la bravuconada de Sánchez tiene todas las señales de ser un choque con la prensa en el marco de un Gobierno que ya está preparando su fuga.
Como ya se ha señalado en este diario desde hace varios días, lo que pretende la alianza Perú Posible-FIM con dicha comisión es, bajo el pretexto de un complot contra 'la democracia', sobre el cual todavía no ha aportado alguna prueba razonablemente sólida, armar una cortina de humo que le permita conseguir dos objetivos.
Por un lado, desviar la atención sobre las acusaciones contra el Gobierno y, por el otro, jaquear a la prensa -a la cual considera la causa de sus males- para amedrentarla y, de ese modo, mellar su capacidad de denuncia e investigación.
Sin la 'habilidad' de los verdaderos cerebros de esta arremetida gubernamental -Fernando Olivera, Alejandro Toledo y Carlos Ferrero-, Sánchez lanzó lo que en la práctica constituye una amenaza para los medios de comunicación que no se allanen a hacer un periodismo 'oficialista', cuyo objetivo básicamente sea destacar los logros del Gobierno y contrarrestar las denuncias que este recibe.
Si de expertos en complots se trata, el FIM ha dejado indicios bastante transparentes sobre su vasta experiencia en estas maniobras. Por ejemplo, sus planes de demolición de más de un presidente del Consejo de Ministros de este Gobierno, siendo el caso más evidente el de Beatriz Merino.
Aunque la lamentable intervención de Sánchez ha tratado de ser desmentida por varios integrantes de Perú Posible y del FIM, lo evidente es que en esos predios políticos hay sangre en el ojo. Ahí prima la sensación de fracaso que, sin duda, perjudica notoriamente su futuro político. Por ello, están buscando justificar su compleja situación actual mediante la creación de excusas que no estén en la esfera de su responsabilidad sino en complots organizados por terceros.
En este sentido, la bravuconada de Sánchez tiene todas las señales de ser un choque con la prensa en el marco de un Gobierno que ya está preparando su fuga.
Tomado de Peru21 ( Augusto Alvarez Rodrich )
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