Un agudo artículo del excelente analista Pedro Salinas.
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En este país de sinvergüenzas y políticos de juguete marca ACME siempre hay un Igor que, por indicación de algún Frankenstein, termina haciendo el trabajo sucio, profanando los cementerios con nocturnidad. O termina haciéndole el juego al fujimorismo.
Como Gilberto Díaz, de Perú Posible, quien, con el apoyo de la bancada gobiernista, alientan un proyecto idiota que prohíbe el uso de los espacios gratuitos y de la franja electoral en la televisión estatal a las personas inhabilitadas para ejercer la función pública. O sea, hay que reventar a Fujimori. Hay que pararlo. Hay que cancelarlo. Como sea.
Y no se dan cuenta que estos proyectos con nombre propio le dan la razón a los seguidores del impresentable ex presidente, que arguyen que el carnal de Montesinos es una víctima de la persecución política del toledismo.
Peritos en embarradas. Eso es lo que son los peruposibilistas. Porque aquello de proyectar constantemente, a cada paso, como un mantra cacofónico, que a Fujimori hay que vetarlo cueste lo que cueste, revela miedo y poca sesera.
Aunque ya sabemos que el pensamiento toledista es algo así como la eyaculación precoz de la inteligencia.
Si alguien tiene que esclarecer la presentación de Fujimori en la franja gratuita en el canal estatal es la autoridad electoral, no Gilberto Díaz con sus solemnes babosadas y descacharrantes proyectos de ley, que, estoy seguro, se le aparecen entre siestas, como bombillas de cómics, en medio del apagón mental que tiene en la azotea. La existencia de parlamentarios como éste, debo acotar, es la que provoca resucitar a Jack el Destripador para contratarlo de barbero en la peluquería del Congreso.
En fin. A Fujimori le favorece todo este alboroto. Lo fortalece ante sus huestes, porque lo martiriza. Lo presenta como un damnificado. Y nos hace olvidar que él también fue victimario y verdugo. Por lo demás, ¿alguien puede creer que el cobarde que huyó a Japón va a retornar a enfrentar a la justicia? Fujimori no va a regresar. Puedo apostarlo.
De tener los cojones necesarios, hace rato que estaría acá. Enfrentando cargos. Dando la cara. Como hombre. Pero no. Fujimori apenas tiene los dídimos de Shagy, el amigo de Scooby Doo. Es una fotocopia del Doctor Zacary Smith. Fujimori solamente se va a quedar en la pantomima del “ya voy, ya voy”, pero no va a venir.
A él lo único que le interesa es levantar todo el polvo que se pueda, presentarse como un inmolado para despertar simpatías, y, con ello, darle fuerza a su lista parlamentaria, que es lo que verdaderamente le interesa. Hacerse de una bancada numerosa y férrea en el Congreso, que le facilite más adelante una vuelta de impunidad. Eso es lo que en realidad está buscando.
Pero, claro, mientras que tengamos a estos cazadores de moscas a cañonazos, los delta force de la estulticia, tan astutos como la negra Tomasa, esa que se reventó una teta creyendo que era un grano, estamos fregados. Entiendo que lo que natura non da, Salamanca non presta. Pero tampoco exageremos. Pues eso.
Como Gilberto Díaz, de Perú Posible, quien, con el apoyo de la bancada gobiernista, alientan un proyecto idiota que prohíbe el uso de los espacios gratuitos y de la franja electoral en la televisión estatal a las personas inhabilitadas para ejercer la función pública. O sea, hay que reventar a Fujimori. Hay que pararlo. Hay que cancelarlo. Como sea.
Y no se dan cuenta que estos proyectos con nombre propio le dan la razón a los seguidores del impresentable ex presidente, que arguyen que el carnal de Montesinos es una víctima de la persecución política del toledismo.
Peritos en embarradas. Eso es lo que son los peruposibilistas. Porque aquello de proyectar constantemente, a cada paso, como un mantra cacofónico, que a Fujimori hay que vetarlo cueste lo que cueste, revela miedo y poca sesera.
Aunque ya sabemos que el pensamiento toledista es algo así como la eyaculación precoz de la inteligencia.
Si alguien tiene que esclarecer la presentación de Fujimori en la franja gratuita en el canal estatal es la autoridad electoral, no Gilberto Díaz con sus solemnes babosadas y descacharrantes proyectos de ley, que, estoy seguro, se le aparecen entre siestas, como bombillas de cómics, en medio del apagón mental que tiene en la azotea. La existencia de parlamentarios como éste, debo acotar, es la que provoca resucitar a Jack el Destripador para contratarlo de barbero en la peluquería del Congreso.
En fin. A Fujimori le favorece todo este alboroto. Lo fortalece ante sus huestes, porque lo martiriza. Lo presenta como un damnificado. Y nos hace olvidar que él también fue victimario y verdugo. Por lo demás, ¿alguien puede creer que el cobarde que huyó a Japón va a retornar a enfrentar a la justicia? Fujimori no va a regresar. Puedo apostarlo.
De tener los cojones necesarios, hace rato que estaría acá. Enfrentando cargos. Dando la cara. Como hombre. Pero no. Fujimori apenas tiene los dídimos de Shagy, el amigo de Scooby Doo. Es una fotocopia del Doctor Zacary Smith. Fujimori solamente se va a quedar en la pantomima del “ya voy, ya voy”, pero no va a venir.
A él lo único que le interesa es levantar todo el polvo que se pueda, presentarse como un inmolado para despertar simpatías, y, con ello, darle fuerza a su lista parlamentaria, que es lo que verdaderamente le interesa. Hacerse de una bancada numerosa y férrea en el Congreso, que le facilite más adelante una vuelta de impunidad. Eso es lo que en realidad está buscando.
Pero, claro, mientras que tengamos a estos cazadores de moscas a cañonazos, los delta force de la estulticia, tan astutos como la negra Tomasa, esa que se reventó una teta creyendo que era un grano, estamos fregados. Entiendo que lo que natura non da, Salamanca non presta. Pero tampoco exageremos. Pues eso.
Pedro Salinas
patentedecorso@terra.com.pe
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