lunes, febrero 14, 2005

Dos Cambios, Dos.

Es obvio que existen problemas de diseño en nuestro sistema electoral. La calidad del resultado que hemos venido obteniendo, es la mayor demostración que se requieren cambios urgentes.
Si optamos por una democracia representativa, en donde la intermediación política este a cargo de los partidos políticos, entonces el sistema electoral debe permitir reforzar su papel y no limitarlo o generarle incentivos perversos.
Por ello la primera reforma urgente que se debe hacer en el sistema electoral es la eliminación del voto preferencial. Lo cual no significa limitar la democracia, sino darle la responsabilidad a la organización partidaria, obligarla a reformarse, institucionalizarse y democratizarse, de tal manera que se puedan construir verdaderos partidos y que exista una verdadera democracia interna.

A partir de la eliminación del voto preferencial, los partidos políticos podrán garantizar una representación más orgánica en los siguientes parlamentos, con lo cual evitaremos el espectáculo actual de tener tantos grupos y congresistas “independientes” que alteran el normal desarrollo de alianzas políticas en el parlamento y están sometidos a un sistema en donde se mezcla la coacción y la prebenda para los casos más importantes.
La segunda modificación, es como se ha venido señalando desde Expreso, la eliminación del voto obligatorio y su reemplazo por el facultativo. Si la esencia del sufragio es la libertad para elegir, la primera decisión libre es la de decidir si uno vota o no..
El universo electoral ha ido incrementándose paulatinamente, en la medida que nuevos sectores sociales iban adquiriendo derechos ciudadanos. Las mujeres, los negros, los pobres, han ido incorporándose, normalmente a través de luchas por el reconocimiento de sus derechos. Pero una vez lograda la universalidad de la ciudadanía ¿es necesario mantener un acto coercitivo y punitivo para el sufragio?

Las experiencias internacionales respecto al voto facultativo no son sino auspiciosas, y normalmente reflejan democracias estables, incluso en Sudamérica. Es que el voto facultativo permite la participación de aquellos que quieren participar, que será normalmente el sector más enterado y con mayor conciencia política. Eso, hay que reconocerlo, facilitara las cosas al partido aprista y a los sectores de izquierda (que siempre han tenido mayor capacidad de movilización), pero eso será sin duda un reto para aquellos que no simpatizamos con ellos. Y a pesar de este riesgo inicial, igual el voto facultativo debe ser un cambio impostergable.
Nuestro sistema político no ha producido las transformaciones que le permitan adecuarse a los reclamos ciudadanos. En momentos en que la información inunda nuestras decisiones, el sistema político ha hecho poco por acercarse al hombre de a pie. Y debe comenzar de inmediato. Las dos modificaciones propuestas, y posteriores que permitan una mayor transparencia y permanente contacto con sus votantes, permitirán recuperar el prestigio perdido a la actividad política. Por lo menos representan una opción que no debemos desdeñar.
Por Juan Carlos Valdivia

columnasbizantinas@terra.com.pe
Tomado de www.expreso.com.pe

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