sábado, noviembre 19, 2005

Fue Carlos Ferrero !!!!

Ya está el nefasto Henry Pease realizando un activo cabildeo en el Congreso para evitar que se acabe con la “muerte civil” y sigamos con esa bárbara sanción de perder nuestro DNI por no votar. Javier Diez Canseco está tratando de convencer a sus colegas de que el TLC con EEUU sea llevado a un absurdo referéndum. Y la Comisión de Trabajo -presidida por ese increíble ser llamado Enith Chuquival, aquella que declaró que entrar al Congreso “no era negocio”- quiere ampliar la indemnización por despido de 12 a 24 sueldos y anular el despido injustificado, consagrando la estabilidad laboral de nuevo. ¿Sus cabecitas no se dan cuenta de que este tipo de iniciativas fomentan el desempleo o la informalidad? ¿Será que las cañerías del Congreso, tal como los cubiertos y platos de los emperadores romanos, son de plomo y eso genera cretinismo y demencia en nuestros legisladores (aunque no son nada bobos y locos a la hora de gastar para ellos)? No veo la hora de que esta camada se largue. Salvo algunos hechos aislados, como el cierre de la cédula viva, y la actuación correcta de un puñado de legisladores, este Congreso ha resultado posiblemente el peor que recuerdo. Su pésima actuación ha provocado el desprestigio de la democracia y la aparición de peligrosos candidatos fascistas como Humala. El retirado legislador Héctor Vargas Haya, otrora incansable luchador contra la corrupción, ha recordado que un legislador ganaba tan sólo US$600 mensuales hasta 1968. Con el regreso de la democracia, ese monto se incrementó a US$700 para los constituyentes de 1978. Y los parlamentarios del período 1980-1990 no ganaban más de US$1,000 mensuales, con derecho a sólo un asesor y una secretaria por comisión. No tenían seguridad, autos o choferes. Recién a partir de 1985 se les asignó oficinas privadas. Y a ningún parlamentario de aquella época se le habría ocurrido ir a un programa cómico. Las sesiones de investigación eran privadas, para evitar que se desate el circo al ver cámaras y flashes. En los noventa esto se pervierte, pero no podemos olvidar que de todas formas el gasto del Congreso se dispara de manera impresionante con la llegada de Carlos Ferrero a su presidencia, llegando su gasto anual a arañar los US$100 millones. Si me piden que simplifique todo y nombre al culpable principal de que tengamos un Congreso tan oneroso, les respondería: “Carlos Ferrero”. El digno Vargas Haya afirma que este Congreso es un burdel. Se equivoca. Los burdeles son a menudo organizados, laboriosos, eficaces y limpios. Funcionan como un reloj.
ALDO MARIÁTEGUI
Tomado de Correo Peru ( La columna del director )
www.correoperu.com.pe

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