miércoles, enero 05, 2005

Carlos Ferrero y Reátegui deben renunciar

Esto nos lo merecemos todos. Es increíble como un aventurero como Antauro Humala, puede haber dado fe e ilusión a un grupo de peruanos. Peruanos que vistieron el uniforme, que se enfrentaron al terror, que pelearon una guerra por el país, pero a los que el Estado les dio la espalda. A esos desilusionados, Humala supo capturar, motivar, organizar, y hasta dar un pequeño ingreso (con la venta de su pasquín). No es difícil adentrarse en los sentimientos de quienes ofrecen la vida por su patria, y a los que el Perú rechaza. Esa necesidad de revancha, de ser tomados en cuenta, se la ofrecía Humala y su demagogia, mezcla de lugares comunes milenaristas, velazquismo radical y caudillismo decimonónico.

El Estado no pudo enfrentar este tema con realismo. Este Gobierno pusilánime pretendió meter a la cárcel a los que usaran uniforme. No lo pudo hacer. Así como no pudo hacer un seguimiento a doscientas personas de un grupo claramente paramilitar, que se trasladaron por el territorio nacional, sin que nadie tomara las medidas del caso. Pero qué podemos esperar de los frívolos que nos gobiernan.

Este es un gobierno débil, rechazado por la ciudadanía, que pretende hacernos creer que Humala es un enemigo de la patria, cuando no deja de ser un payaso que solo puede poner en jaque a un Gobierno como este. Es pues un “revolucionario” a la talla de Alejandro Toledo.

Pero esperemos que el respaldo dado por las fuerzas políticas al régimen democrático, signifique una posición firme frente a un gobierno inepto. El Congreso debe convocarse de inmediato para exigir la renuncia de Carlos Ferrero y Javier Reátegui, quienes son el fiel reflejo de un gabinete de caricatura.

La puesta en escena de Humala no ha recibido la respuesta que se merecía. En lugar de que se imponga el Estado, Antauro Humala ha logrado un éxito político: Venció militarmente, y se rindió para evitar más muertos. En el balance no puede obviarse que los fallecidos y capturados son mayoritariamente de la Policía Nacional. La gente de Humala se entregó luego de una negociación y no fue vencida. Y este será un hecho del cual sacará réditos en su momento.

Poco podemos esperar de la gente que tiene la conducción del país. El Congreso tiene hoy la obligación de sancionar a los irresponsables que han permitido el festival organizado por Humala y su gente. No puede dejar pasar más días, ni permitirse que una votación ínfima impida que se logre la sanción a los incapaces que nos gobiernan. La responsabilidad de la clase política, luego de haberse resuelto este incidente, es la de dejar claro que no se aceptara a estos negligentes.
Columnas Bizantinas
por Juan Carlos Valdivia
columnasbizantinas@terra.com.pe

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